Puente de fraternidad
Los misioneros Javerianos responden al lema de nuestro fundador que dice: “Hacer del mundo una sola familia”. Dentro de esta familia, caben todos, no hay distinción de etnias, de culturas, de sensibilidades, de situación social, etc. Compartimos la dignidad humana. Con esta visión, nos sentimos puentes de fraternidad, artesanos de lazos fraternos. En esto el Papa Francisco nos motiva diciendo en Fratelli Tutti: “El aislamiento y la cerrazón en uno mismo o en los propios intereses jamás son el camino para devolver esperanza y obrar una renovación, sino que es la cercanía, la cultura del encuentro. El aislamiento, no; cercanía, sí. Cultura del enfrentamiento, no; cultura del encuentro, sí”. Desde luego, los Javerianos pensamos que abrirnos al mundo de otra religión ahonda en esta dinámica de fraternizar, siendo cristianos, con otros creyentes es un testimonio vivo y expresión de una fe abierta y capaz de convivencia y hermandad. Por eso la presencia nuestra en Marruecos nos permite entablar humildemente este camino.
Puente de fraternidad espiritual y de respecto
¿Qué hacen de manera concreta los javerianos en Marruecos? ¿Por qué “pierden” el tiempo allá mientras hay cristianos que los necesitan en otras tierras? Son preguntas que suelen llegar a la mente de los que nos conocen de lejos. Los javerianos viven en Fnideq, Castillejos, justo al otro lado de la ciudad de Ceuta, en la archidiócesis de Tánger, norte de Marruecos. En Fnideq, una ciudad con unos 80.000 habitantes, los únicos cristianos que allí viven somos nosotros los misioneros javerianos, y claro está, vivimos totalmente inmersos en la realidad de nuestros hermanos musulmanes. La comunidad cristiana, una docena de personas más o menos, se reúne los domingos en M’diq, a unos 20 kilómetros. En Fnideq nos sentimos bien acogidos y en familia.