La misión en clave de encuentro
África sedujo a Carlos Lavigerie de tal forma que se convirtió en la pasión de su vida. Convencido de que nadie estaba excluido del amor de Dios, se volcó hacia lo más abandonados para ofrecerles la Salvación de Cristo. A los que hicimos nuestra su pasión por Dios y por África, ahí nos envió Lavigerie a misionar. Su pedagogía es sencilla:
ir hacia la gente, visitarlos, aprender su lengua, conocer su mentalidad y sus costumbres
Hombre de acción, nuestro fundador (Padres Blancos y Hermanas Blancas) estaba persuadido de la necesidad de conocer el entorno en el que nos instalábamos, por ello nos decía «extended vuestras relaciones por todo el país«.
La primera palabra la tienen las personas del lugar y es capital comprenderla. «Poner la lengua por escrito, recoger antes de que se pierdan las historias de la tribu y las leyendas de los ancianos», nos decía. Sí, los del país son los que saben, los de fuera tenemos que aprender.
La iniciación se hace a través de giras, salidas y visitas a domicilio. En las visitas, las hermanas debían acercarse a las mujeres y a las jóvenes del barrio para establecer confianza y poco a poco ir ampliando el círculo, sin olvidar que el objetivo de estas visitas era el apostolado.

Las salidas a los pueblos cercanos y las visitas son, para nosotras, verdaderas actividades apostólicas. Realizada con cuidado y atención, esta pedagogía resulta de gran ayuda para conocer a la gente, serles útiles, consolarlos y acercarlos a los valores del Evangelio.
El gusto por las relaciones con las personas y el espíritu de la cercanía y el encuentro sigue siendo una característica importante de los Padres y Hermanas. Ir al encuentro de la gente nos ha marcado y nos ha procurado gran alegría, sea cual sea la edad.
Salir de casa, de sí mismo e ir hacia la gente, sin esperar que la gente venga a nosotros, ¿no es lo que necesitamos hoy?
Finita Martínez, mnsda
Rev. Africana. nº222 Junio 2024