Educar en Cristo
En 1996, las Esclavas del Divino Corazón asumieron en Luanda la gestión de la escuelita Santa Teresa, fundada años atrás por las Hermanas Teresianas. Gracias al apoyo de organizaciones como la ONG española de desarrollo MANOS UNIDAS, el centro se ha ido dotando de estructuras adecuadas y este curso 2023/24 acoge a 825 alumnos.
Dejamos el coche junto al muro del colegio Santa Teresa y lo rodeamos hasta encontrar la puerta principal, la única que permanece abierta durante las clases. El centro educativo está situado en el barrio de Palanca del municipio de Kilamba Kiaxi, un lugar pobre de la capital angoleña donde el asfalto escasea y en el que las sencillas casas de planta baja de la gente se sitúan a ambos lados de sus numerosas calles de tierra. Al igual que otras barriadas de Luanda, Palanca creció deprisa y desordenadamente para acoger a personas que huían de la guerra civil que desangró Angola de 1975 a 2002 y que enfrentó al MPLA, partido que gobierna Angola desde la independencia, y al partido opositor UNITA.
Al entrar, vemos a algunos niños y niñas con el uniforme oficial del colegio, un polo de color crema con ribetes azules y el escudo de la institución. Enseguida viene a nuestro encuentro la Hna. Carlota Martínez, directora del centro desde 2020, que nos saluda con su inconfundible acento andaluz salpicado con alguna palabra en portugués que se cuela inevitablemente. Aunque ella no formaba parte del grupo de esclavas del Divino Corazón que llegaron a Palanca en 1996, habla identificándose totalmente con ellas: «Cuando llegamos aquí apenas había dos casitas muy sencillas y los niños venían con latas para sentarse porque no había mesas ni sillas. Empezamos a buscar fondos para que los niños pudieran estudiar en buenas condiciones», dice señalando las actuales instalaciones, explicitando con el gesto que realmente lo consiguieron.
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